ESCUELA PARROQUIAL DE LAS SANTAS JULIANA Y SEMPRONIANA, (primera parte)

Hasta los 12 años asistí a la Escuela Parroquial Nacional de las Santas Juliana y Semproniana, La Verneda. Inicié el curso en septiembre de 1.958, y causé baja por cambio de escuela el 2 de octubre de 1.964. El mismo año, que se aprueban Los Principios Fundamentales del Movimiento. Franco en el discurso en las Cortes afirma: “ nuestro régimen vive de sí mismo, no espera nada fuera de él, se sucede así mismo, y no se preparan otras sucesiones”, y continuaba afirmando: “no somos un paréntesis ni una dictadura entre dos tiempos, constituimos una rectificación histórica, un orden nuevo fruto del genio español.”

Las clases no mezclaban niños y niñas. Las niñas jugaban en otro patio separado del nuestro por una pared (no muy alta) que nos permitía saltar y observarlas. En la Escuela Parroquial siempre pensé: “que los chicos éramos privilegiados al disponer de un enorme patio, que se llenaba de chicos pegando patadas a un balón, en cambio, las chicas jugaban en un patio muy reducido. La Escuela Parroquial nos ocultó el derecho a la formación de otras ideologías, otras religiones, otras interpretaciones de nuestra historia. En la UNED de Cornellá me explicaron por primera vez, “que la España centralista no viene de los Reyes Católicos, sino, de Felipe V, y la Guerra de Sucesión. El idioma oficial de enseñanza era el castellano. Mi primer contacto con la lengua catalana fue a los 16 años, cuando entré a trabajar en el estudio del arquitecto Emilio Donato. La Escuela Parroquial de la época tenía una voluntad no solo educativa; también adoctrinadora: basada en infundir en el espíritu del alumno el amor del servicio a la Patria. En general, los niños y niñas de familias humildes de aquella época fuimos presa fácil de la educación nacional católica.

AMADEO BASSOL, ESCUELA PARROQUIAL

El padre Amadeo Bassols impulsó con una herencia de su familia la construcción de la Escuela. Una vez se quedó sin fondos, Amadeo Bassols solicitó según escrito depositado en el museo Diocesano de fecha 24 de abril de 1.956 al Obispo de Barcelona informándole: Si V.E. Rvdma. Determinara para esta Tenencia Parroquial la cesión de un anticipo de pesetas 100.000, que son las que me apremian este mes para atender a los compromisos contraídos, ya que se aproximan vencimientos de giros a mi cargo, aceptados y según lo expuesto no cuento ni con mucho menos de lo necesario. Confiando en la caritativa y paternal benevolencia de V.E. besa vuestro anillo pastoral.

De los tres maestros que tuve en la Escuela Parroquial, guardo un grato recuerdo del maestro José Solá. Siempre con su inseparable pipa, su bata azul, pelo negro un poco rizado… Tras cantar el “cara al sol” nos recibía en clase, “buenos días, por la mañana, nos decía de pie entre las fotos de Franco, y José Antonio, en medio, el crucifijo. Siempre insistía en que debíamos obtener “el Certificado de Estudios Primarios” para obtener trabajo, y ser personas de provecho, de vez en cuando, con la regla de medir, te daba algún palmetazo, la regla se partía cada dos por tres. Algunos decían: que poniéndote ajo en la mano la regla se partía en dos.” La del maestro Paulino, que era más gruesa no recuerdo que se partiera, Paulino te tiraba de la patilla hacia arriba, y te soltaba una torta de las que dejan huella.

El recuerdo imborrable que tengo de la Escuela Parroquial es la Enciclopedia Álvarez, que aún conservo. En la portada de la Enciclopedia decía: Enciclopedia (Intuitiva – Sintética y Práctica). Fue el libro de texto que estudiamos los niños y niñas de varias generaciones, que pasamos por la Escuela entre los años 1.954 a 1.966. Abarcaba la etapa de estudios desde la enseñanza primaria hasta el ingreso en el Bachiller. Antonio Álvarez Pérez, su autor. Era un maestro que ejercía su profesión en Zamora. Nació el año 1.921 en Ceadea de Aliste (Zamora). Varias editoriales le rechazaron la obra. Consiguió publicarla el año 1.952.